opinión
El caballero oscuro: la leyenda renace. Conclusiones (casi) un mes después
por Sigfrido Gross
Christopher Nolan decidió, cuando Warner le encargó ocuparse de la franquicia de Batman, que ya que tenía que ser una trilogía -porque ahora todo funciona así-, esta estaría estructurada en torno al personaje de Bruce Wayne.
Que las tres películas funcionarían como una sola a efectos narrativos. Que aunque cada una contase una historia, entre las tres se crearía un argumento que afectaba directamente más al excéntrico multimillonario que al justiciero enmascarado.
Esto no es ni una buena ni una mala idea. Es solo una decisión, del mismo modo que también lo es el hecho de determinar el tono de las cintas desde ese punto de vista tan extremadamente realista que hemos podido ver. Son decisiones que se toman antes de que las películas se realicen. Y no es eso lo que ha llenado de genialidad a toda la trilogía, porque las mismas decisiones en otras manos -y aquí me refiero a todo el equipo- podrían haber producido unas serie de películas bastante malas.
El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace era esa conclusión que todos esperábamos tras un set-up de dos films de superhéroes que habían cambiado la manera de entender el subgénero. Nolan había realizado dos películas construidas desde puntos de vista muy distintos, atacados desde dos subgéneros que funcionan de manera diferente.
Batman Begins tenía como protagonista a Bruce Wayne, un tipo millonario y sin demasiados problemas que hace lo que hace, primero, porque puede. Su situación económica le permite gastarse millones en todo tipo de juguetes, así como en viajes al culo del mundo para entrenarse como un antiguo samurái. Las vacaciones más new age que uno pueda imaginarse. Y dos, porque su sentimiento de ira contenida debido al asesinato de sus padres explota al ver el índice de criminalidad de su ciudad.
Lo interesante de este Batman es que el personaje homómino no apareciera hasta la mitad del film. El protagonista era ese Bruce Wayne en pleno proceso de descubrirse a sí mismo y encontrar su álter ego; todo ello trasladado a un plano físico metaforizado en entrenamientos y alguna que otra conversación trascendental (muy forzada, algo muy común en el cine de Nolan).
Hasta que Batman se transforma en Batman, la película está contada desde el punto de vista de Bruce Wayne. Y su tono es cercano al del cine de aventuras. Una vez el superhéroe nace, la cinta da un giro en todas sus vertientes, pasando el punto de vista a los villanos, y a un tono mucho más parecido al de las pelis de terror.
El caballero oscuro es una película de la que ya es pesado oír una y otra vez lo mismo. A día de hoy, y tras solo unos años de su estreno, todos somos como demasiado conscientes de que se trata de una obra maestra. Es algo muy actual el calificar así pelis recién estrenadas. Decir que son clásicos desde su estreno, sin esperar a ver si la película sobrevive tan solo veinte años.
Independientemente de eso, es obvio que Christopher Nolan realizó aquí una de sus mejores películas. Un cine de acción puro y duro, lleno de lugares comunes -por mucho que la gente se empeñe en que no-, estructurada de la manera más clásica y con una puesta en escena digna del mejor John Frankenheimer, Richard Donner o, incluso, del William Friedkin de los setenta.
Aquí entramos de golpe a la acción. Tenemos a un Batman que es ya Batman, y del que se espera algo por parte de Gotham; es un héroe al principio del film. Y, como tiene que ser en cualquier buen relato, acabará siendo lo contrario. Era una cinta construida a la manera clásica, excepto por una cosa: Nolan decidió transformar al villano en el protagonista.
Independientemente de lo que supuso para la iconografía popular, de la inigualable energía de su interpretación o de la oportuna y trágica muerte del actor, el personaje de Joker es, en El caballero oscuro el protagonista. Y no porque le robase las escenas al resto del reparto o porque Heath Ledger lo hiciese único, sino sencillamente porque la película cuenta cómo él trata de hacer algo y Batman se lo impide. Porque Batman no tiene objetivos en esta película.
Los espectadores tenemos el derecho universal de exigir a los cineastas buenas películas a cambio de nuestro dinero. Así es como funciona esto. Y después de una película como El caballero oscuro queríamos exigir mucho. Porque ya que pudo sorprendernos una vez, que lo haga otra.
Y aquí volvemos al tema de la trilogía que funciona como una sola película. Y es que, si uno decide eso, hay cosas que tienen que ser de una determinada manera y a la fuerza, y más si nos referimos a la conclusión de la historia.
Renace la leyenda
Sea dicho de entrada que la conclusión a la trilogía sobre Batman es una muy buena película. Está bien contada, su ritmo es adecuado y la trama no cojea... pero todo de manera relativa. Porque, su problema es, que solo funciona como un enorme tercer acto de todo lo anterior. Y esto se resume en que su conclusión resuelve algo planteado al final de Batman Begins.
Toda la película apunta a buscar las razones por las cuales Batman se convirtió en Batman -por tanto debe empezar con este desaparecido- y lo que el nacimiento de éste implicó a los villanos de esa primera parte.
Si Batman se convirtió en un fugitivo -a decisión personal- al final del film anterior, era necesario alejarlo de las calles y convertirlo en un recluso. En una especie de personaje marcado por la fatalidad y que se regodea en su propia tragedia. Partir de un punto muy extremo, para poder hacerlo renacer, si no ese renacimiento no tendría ni sentido ni fuerza.
El problema, opino yo, es que al estar la trilogía directamente estructurada a modo de un solo relato ocurren dos cosas: por un lado, la parte más interesante del relato queda situada a la mitad, el clímax más fuerte pertenece al final del segundo acto -que en este caso es El caballero oscuro-; y por otro lado, la conclusión era muy predecible si se tienen en cuenta los sucesos ya acontecidos.
Cualquiera puede deducir que si en la primera parte Batman acabó con su mentor (paso indispensable en las estructuras narrativas correspondientes al conocido como "viaje del héroe"), éste último iba a poder vengarse desde la otra vida.
El arma de doble filo que supone internet con respecto al secretismo de ciertas películas, ha sido, a la vez, el mejor aliado y el peor enemigo de El caballero oscuro: la leyenda renace.
Muchos rumores surgieron sobre la cinta. Se dijo que aparecería Ra's Al Ghul y los cineastas lo desmintieron (y al final sí que salía), también se habló de que Marion Cotillard interpretaría a Thalia Al Ghul, cosa que también desmintieron y que al final también era verdad. Igualmente se rumoreó que aparecería Robin, Nolan dijo que de eso nada... pero también sale. Por cierto: ¡¡spoiler!!
Christopher Nolan es, en cierto sentido, como Stanley Kubrick. El cineasta inglés afincado en Estados Unidos, al igual que el estadounidense afincado en Inglaterra, estructura todas sus películas de la misma manera. Sean del género que sean. Kubrick estructuraba las pelis en tres actos, como debe ser, pero también las rompía en dos bloques fácilmente diferenciables.
Christopher Nolan las divide en los tres actos correspondientes, pero introduce un gran número de subtramas que le sirven para darle un motor a la trama principal. Esas subtramas, siempre, van cobrando cada vez más importancia y pertenecen a algunos personajes secundarios. Finalmente, el protagonista, encarga a dos de estos segundones una misión o responsabilidad vital para que el relato pueda resolverse.
Y así son todas sus pelis. Todas.
El caballero oscuro: la leyenda renace (digamos ya esa frase que esta en todas las críticas sobre la peli), venía con el peligro de estar a la sombra de su predecesora, y de un villano como el Joker. Y ante eso, hay poco que hacer. Solo aceptarlo y hacer la mejor película que se pueda, manteniendo la lógica interna tanto del film en sí como de la trilogía.
La cinta es magnífica. El impulso de la trama es continuo, haciendo referencias continuas y nada forzadas al inicio de todo, porque la idea está muy bien escogida y de manera natural rescata todo ese origen.
Es fácil criticarla y es fácil defenderla. Es una de esas películas que, dando al final igual su calidad, todos los sudorosos blogueros excátedra hablarán sobre ella haciendo llegar, inexplicablemente, su voz a todo el mundo.
Los fallos son muchos, igualmente. Vuelve Nolan a situar grandes diálogos forzados y falsamente profundos en los momentos menos verosímiles: el momento en que Thalia se descubre puñal en mano, el momento en que Batman hace referencia a un recuerdo de su infancia hablando con Gordon, justo antes de anclar una bomba atómica.
Igualmente hay personajes mal aprovechados, como los de Fox -que parece no servir para nada- o el de Alfred, que aquí tiene uno de los conflictos más interesantes y no es explotado como debiese. Miranda Tate a.k.a Thalia es un personaje mal dibujado, mal interpretado, mal escrito, ridículo y bastante aburrido.
Bane, el malo de la función, cumple las expectativas y las supera. No tratemos de recordar o comparar al Joker. Estamos ante un villano muy distinto, completamente opuesto.
Tom Hardy hace un trabajo cojonudo, a pesar de tener la mitad de la cara tapada. Sus ojos, su lenguaje corporal, lo dice todo. Y especialmente, su tremenda voz, aderezada con un extraño e interesantísimo acento que parece salir de las mismas fauces de sir Sean Connery.
Lo dicho. Una muy buena película que da un final adecuado y conforme a lo que ya sabíamos. No nos enfademos ahora, si queríamos que se mantuviese ese tono, esto es lo que hay. Eso sí, no es para nada la mejor de la trilogía.
Teniendo en cuenta lo formado alrededor de películas así, uno echa de menos aquellos tiempos en los que te enterabas de los estrenos de las pelis porque veías el trailer en el cine, y no porque alguien lo colgaba en el muro de facebook, o porque lo leyeses en uno de esos apestosos blogs en los que gente de mi calaña escribe.
Sigfrido Gross
Sigfrido Gross nace en Málaga el 25 de junio de 1984. Su padre lo lleva, desde muy pequeño, a ver todo tipo de películas: desde cine de animación, a Las Tortugas Ninja o desde Batman a reposiciones del cine de Sam Peckimpah.
A parte del consabido trauma perpetuo e irreversible debido a ver cintas como Conocimiento carnal, Akira o Grupo salvaje, Sigfrido también adquiere una profunda e incontrolable pasión por el cine. De todas las épocas y géneros.
Tras estudiar el Bachillerato artístico y algo de fotografía, comienza estudios de Realización de Audiovisuales. Igualmente recibe un curso de guión en la ECAM, el cual le impulsa a profundizar un poco más en la escritura y estudia 3 años de narrativa cinematográfica en la Escuela Audiovisual del Mediterráneo.
Realiza su primer cortometraje, Residuos, que gana un premio a dirección novel en NexoSur y es rechazado en varios festivales por ser considerado 'muy violento'.
Escribe para varios medios de la web artículos sobre cine en todas sus facetas, cosa que alterna con la escritura y corrección de guiones. Para terminar la minibio, digamos lo que siempre se dice: "está trabajando en el que será su próximo cortometraje".
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