opinión
23.08.2011
Anatomía de Tony Soprano
por Manu Santaella
¿Un mafioso en la consulta de un psiquiatra? ¡Pero si no es Robert de Niro!
Don Vito Corleone es a la Historia del Cine un equivalente a lo que don Quijote puede significar en la Historia de la Literatura. No se trata de comparar al personaje que creó Mario Puzo, y encumbraron Francis Ford Coppola y Marlon Brando, con el ?loco? con el que Miguel de Cervantes se hizo su hueco en el Olimpo de la Literatura, sino más bien de reflejar la trascendencia que dichos personajes (ficticios) han tenido en sus respectivos campos creativos: el Cine y la Literatura.
Y en esto que llega un tercer personaje, Tony Soprano, de un ámbito creativo cercano al Cine (las series de televisión) y que, sin embargo, tiene una serie de similitudes con el personaje cervantino que no pueden dejar de llamarnos la atención.
Tony Soprano y don Quijote: destruyendo los mitos
La serie de David Chase Los Soprano y la obra cumbre de Cervantes tienen en común una serie de rasgos que hacen referencia a la creación de caracteres, al empleo de técnicas formales como parte esencial de la trama o, entre otros, a la evolución de los personajes; pero no estamos hablando de estos aspectos, que a fin de cuenta están presentes en tantas creaciones, sino que podríamos decir que lo que hermana a Tony Soprano con don Quijote es su papel de destructor de mitos.
Si don Quijote se convirtió en el personaje que desmitificó el género literario de las novelas caballerescas, Tony Soprano se puede decir que es el personaje que ha cambiado la percepción en el imaginario colectivo de la mitología establecida en torno al mundo de la Mafia (y actividades delictivas afines). Sí, tanto Miguel de Cervantes como David Chase han conseguido poner en evidencia géneros de moda en sus respectivas épocas mediante la creación de unos personajes que resultaban ser la antítesis de lo culturalmente establecido y aceptado: un caballero debilucho y al que no le funciona nada bien la sesera, en el caso de Cervantes; un mafioso zafio y al que tampoco le riega demasiado bien la cabeza, en el caso de Chase. Sin embargo, en eso mismo radica la grandeza de ambos personajes: ninguno de los dos puede derribar molinos; son antihéroes.
"Le haré una oferta que no podrá rechazar"
Don Vito Corleone estableció un modelo, hasta el punto de acuñar el término "el padrino", inexistente hasta entonces en el ámbito mafioso, y de convertirse en un espejo en el que mirarse para los propios delincuentes (en Los Soprano veremos múltiples referencias a esto). Pero si analizamos al personaje que encarnaba Marlon Brando, observaremos que él sí era un auténtico héroe: elegante, jefe de familia en Nueva York, de maneras refinadas, conciliador, moderado, con una moral estricta (igual que fue Don podría haber sido Papa), con una gran capacidad de autocontrol y, por encima de todo, con esa voz rota, el hombre que pronunciaba frases memorables, que calaban en el imaginario colectivo y que convertían a ese personaje en un ídolo de masas.
Pero en esto que llega Tony Soprano y observamos a un mafioso más humano, y resulta que poco tiene que ver con los personajes de las películas que nos ha vendido el sr. Coppola: su gusto es poco menos que dudoso (¿cuántas veces lo hemos visto con ese albornoz?), jefe de familia en Nueva Jersey, obsesivo, impulsivo, deslenguado, jugador, adúltero, impredecible, ¿hemos dicho que sufre ataques de pánico?... Y pese a todo, o tal vez por ello, el personaje que interpreta James Gandolfini puede llegar a resultar tan carismático como el que encarnara Marlon Brando.
Volviendo loco a Tony Soprano
El rasgo que diferencia a Tony Soprano del resto de mafiosos que hemos visto en el cine es que a Soprano podemos verle sufriendo un ataque de pánico, y no nos estamos refiriendo a la ansiedad de Michael Corleone sujetando en brazos a su hija recién asesinada, sino a abrir la nevera y coger un poco de chacina como elemento desencadenante de la crisis. Pero, ¿qué o quién hace perder la cabeza a Tony Soprano?
¿Su trabajo? Es cierto que ser un responsable en el ?negocio de la basura? puede ser bastante estresante y que, en ocasiones, me veréis perder los nervios por ello, pero podemos decir que su sociopatía me libera de muchas de las tensiones propias de la ?profesión?.
¿Las personas con las que trabaja? Bueno, si personalizamos, ya la cosa cambia. El trabajo es una cosa y las personas son otras. Mientras todo el mundo diga que sí, estaré bajo control, salvo que los problemas ya los haya traído de fuera del Bada Bing! (el prostíbulo que regenta Silvio).
¿Sus hijos? Una hija inteligente y respondona, y un hijo traumatizado en busca de su propia personalidad. Ojo, los problemas crecen.
¿Su mujer? Catoliquilla de boquilla. No sabe cómo expiar su culpa. Los remordimientos le carcomen, pero el miedo al futuro todavía más... Al final siempre estará ahí, y si no, siempre le puedo comprar un bonito reloj que aligere cualquier tipo de sentimiento de culpabilidad por alguno de las múltiples relaciones adúlteras. Gracias, madre Italia, por traérnoslas programada de un modo tan favorable para un ?macho alfa?, aunque eso no evite quebraderos de cabeza.
¿Familiares con los que trabajar? Esto ya se torna gris oscuro. Es familia y hay dinero de por medio. Miedo a la traición, a la insubordinación... La confianza da asco. Mi hermana Janice siempre acaba metiéndose en el negocio vía conyugal, tío Junior ha tratado de asesinarme en más de una ocasión, mi primo Tony Blundetto con toda su inteligencia a veces parece retrasado y el drogata de mi sobrino Moltisanti puede acabar llevándome a prisión. ¡Joder, joder, joder!
¿La doctora Jennifer Melfi? No es momento de hablar de esa sabelotodo. Le da la vuelta a todo lo que digo y pone en mi boca cosas que no he dicho. ¡Jodidos loqueros!
¿El padre? Oye, escúcheme: mi padre era un buen hombre. Es cierto que quizás no fuera una persona ejemplar, pero tuvo que hacer lo que tuvo que hacer para que no nos faltara de nada. Y todo, pese a tener a mi madre todo el día dándole la tabarra y poniéndole trabas a todos sus sueños...
¿...Entonces, la madre? ¡Jodido cabrón! Para mí, está muerta. Toda esa negatividad que contamina el aire. ¿Sabes que confabuló con mi tío para matarme? ¡Vieja chiflada! ¡Me cago en la puta! ¡Mierda, mierda, mierda!
?Made in Tony Soprano?
La nevera es otra de las protagonistas de la serie: ¿en cuántas ocasiones hemos visto cómo Tony Soprano la abre?
La vida de Tony Soprano es ?simple?: comer (pasta), beber, fumar puros, apostar, dar órdenes, quejarse de los que se quejan en la consulta de la Dr. Melfi, comer (bocadillos), ver mujeres medio desnudas, follar (no con su mujer), ataque de ira o pánico, discutir, matar, intentar solventar sin éxito alguna disputa con los hijos, ver el Canal Historia por las noches, comer (algún tipo de postre), dormir, estar tirado en la cama.
Tony Soprano es la razón por la que existen tantos documentales sobre la II Guerra Mundial.
Si tu nombre no es Silvio Dante y estás en la órbita de Tony Soprano, inevitablemente acabará, como mínimo, alzándote la voz, o sea, gritándote hasta perder la garganta.
Si eres mujer y se interesa por ti Tony Soprano, acabarás follando con él, salvo que seas Jennifer Melfi. Un ?macho alfa? alto, corpulento (hasta la obesidad), con entradas y mirada que asusta parece ser un imán para las mujeres, sobre todo para las que anhelan protección.
Si eres el camarero del Bada Bing! y Tony llega cabreado nunca le dirijas la palabra, y mucho menos oses discutirle, tu cara correrá peligro.
Hay tres cagadas imperdonables: tocar a la familia de Tony, hacer daño a un animal y poner en peligro la vida de un crío. Si se da alguna de esas circunstancias, Tony Soprano puede cometer cualquier tropelía que se te pueda pasar por la cabeza.
Si no eres italiano o de ascendencia italiana, mal. Si no eres blanco, peor todavía.
Los mafiosos no sólo mueren tiroteados: son tan vulnerables a las enfermedades como el resto de la población. El cáncer, por ejemplo, será un tema recurrente en el entorno Soprano.
Tony Soprano bebiendo, fumando y comiendo: lo cotidiano como parte de la trama.
Ser el mejor amigo o la persona en la que más confía Tony Soprano es una responsabilidad que normalmente acabará por sobrepasarte.
Tony Soprano jamás se equivoca y nunca es rechazado. Siempre explicará la realidad desde su perspectiva, en la cual él siempre llevará la iniciativa de todo.
Tony Soprano coge lo que quiere en el momento que le da la gana y en el lugar que le place. No hay que darles más vueltas. Lo mismo da que sea una mujer, que ejercer la violencia contra uno de sus subordinados, que robar a unos ladrones que están cometiendo un robo. Es ley de vida.
La persona que más importa a Tony Soprano es Tony Soprano, como cualquiera. La segunda persona que más le importa a Tony Soprano también Tony Soprano. Después, vienen sus hijos. Tras ellos, su mujer. El resto, con contadísimas excepciones, son instrumentos que le permiten conseguir lo que se propone, lo cual no impide que pueda llegar a tenerles afecto a algunos de ellos (mejor si son tan inocentes como críos).
Epílogo
Gordo, calvo, con ataques de ira, impulsivo, con una mujer religiosa pero de boquilla, con una hija sabionda, con un hijo problemático, siempre pendiente de la nevera... ¿A quién os recuerda? Pues sí, al final va a resultar que Tony Soprano tiene mucho más de Homer Simpson que de Vito Corleone o don Quijote. Resulta difícil no cogerle ?cariño?.
Manu Santaella
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