crónica

27.09.2017

Concheando 2017. Crónicas desde San Sebastián. Lunes y martes

por Andrés Robles

Lunes

Terminator 1 y 2, Perseguido, El último gran héroe, Desafío Total, Mentiras arriesgadas... Entenderán que, ante tal sobredosis de nostalgia infantil, haya preferido hoy sacrificar la primera película a concurso del día -Licht, cinta de la que todo el mundo coincide en destacar la magnífica actuación de Maria Dragus- e irme al hotel María Cristina cual grupi trasnochada para ver de cerca al gran Schwarzenegger.


¿Y qué demonios hace Chuache en el Zinemaldi? -se preguntarán ustedes-. Pues no, no es que a Haneke o Kaurismäki se les haya ido la pinza contratando al bueno de Arnold para hacer de refugiado. La presencia del austriaco se justifica por prestar su vozarrón y producir el documental de Jean-Michel Cousteau y Jean-Jacques Mantello Wonders of the Sea -tampoco es que la marcianada tenga algo que envidiar a la mía. Todo sea dicho-.

Volviendo a la competición, si ayer acabábamos con maternidad subrogada, hoy hemos comenzado con la compra-venta de niños a precio de saldo. Bárbara Lennie vuelve a brillar como una mujer desesperada que, creyendo adoptar a un bebé, se ve inmersa en una trama mafiosa amparada por la corrupción del Sistema. El argentino Diego Lerman asienta Una especie de familia sobre los hombros de Lennie -cómo no hacerlo- y además acierta al dosificar la narración, al componer el drama como si de un thriller se tratara. Sin ser ninguna maravilla, la cinta convence.

Martes

Amigos, apunten esta fecha en el calendario con letras de oro porque parece que al fin se ha roto la maldición. Después llegarán Malkovich y el resto del jurado a joder la marrana, pero, de momento, todo el mundo apunta a la rumana Pororoca como Concha segura -y sorprendentemente servidor la ha visto. Oh yeah!-.

Constantin Popescu se toma 152 minutazos para contar una historia de lo más sencilla -la descomposición de una familia perfecta tras la desaparición de uno de los hijos-, pero ni uno sólo de esos minutos sobra. El espectador se contagia de la angustia de los protagonistas y olvida el reloj gracias a un ritmo que, siendo pausado, no decae en ningún momento. Sumen a eso la magnífica labor del reparto -en especial la de Bogdan Dumitrache, al que va a ser complicado arrebatarle el premio al mejor actor- y una puesta en escena que saca oro del plano secuencia y el fuera de campo. Se hartarán de oír hablar de la secuencia del parque y no es para menos.

Cierta bajona ha supuesto la estadounidense Sollers point. Y no porque sea un mal film, sino porque cuenta algo que hemos visto mil veces -chaval recién salido del trullo que busca su sitio y se debate entre hacer las cosas bien o tomar el camino fácil y volver a las andadas-, haciéndolo además de la misma manera. Leo a @adictosaljetlag en Twitter que el film de Matthew Porterfield es un compendio de cinemáticas de la saga Grand Theft Auto, y les prometo que más de una vez se me pasó lo mismo por la cabeza durante el pase -malditos bloggers mentalistas-. Con todo, y pese a lo dicho, en peores garitas hemos hecho guardia.

Andrés Robles

Paisano de Lola Flores y Bertín Osborne - ahí es nada -, Andrés Robles nació el año en que Superman alzaba el vuelo en la gran pantalla. Asegura que uno de sus primeros recuerdos de infancia es la visión de una serpiente atravesando el tacón de Marion en el Pozo de las Almas y nunca ha entendido del todo qué le ve la gente a esa galaxia "muy, muy lejana".

Licenciado en Historia del Arte y especializado en Patrimonio y Gestión Cultural - tiene hasta un máster el muchacho -, dedica todas las horas que puede a esa pasión que comenzó en un cine de verano viendo a un arqueólogo con látigo y sombrero. Desde entonces no concibe una existencia sin salas oscuras y celuloide.

Como buen crítico de cine, nunca ha escrito ni dirigido nada, y se limita a destruir el trabajo que otros han realizado con toda su ilusión - a veces hace alguna reseña buena, pero son las menos -.

Habiendo conseguido fama, fortuna y gloria hablando de lo que no sabe en esta santa casa, sus próximos objetivos vitales son tener el pelazo de Carlos Pumares y la mala uva de Carlos Boyero.

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