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22 de agosto de 2011

Steven Spielberg según J.J. Abrams

por Jota Linares

Hace unos años vieron la luz unos vídeos caseros de M. Night Shyamalan donde se podía ver al director de El sexto sentido en su adolescencia, recreando escenas de la saga de Indiana Jones en el jardín de su casa con la ayuda de su perro. Las imágenes no tendrían mayor importancia si no fuera porque demuestran la enorme influencia de Steven Spielberg en toda una generación de cineastas (desde Shyamalan a Peter Jackson pasando por nuestros Alejandro Amenábar o J.A. Bayona) que no dudan en señalar las películas del director de E.T. como sus referentes a la hora de querer dedicarse a la locura del cine. Pero pocos se han atrevido a hacer lo que ha hecho J.J. Abrams, regalarle a Steven Spielberg una especie de grandes éxitos de su filmografía en forma de película. Porque eso es Súper 8, la tercera película como director de Abrams, una revisión de los puntos clave, tanto fuertes como débiles, de la obra del creador de Tiburón pasados por la mirada nostálgica de un admirador.



Es muy, muy, muy difícil, por no decir imposible, ser objetivo a la hora de analizar Súper 8 si formas parte de la generación que ha crecido viendo películas relacionadas de algún u otro modo con Spielberg. Yo confieso que nunca he sido un devoto del director pero sería absurdo no reconocer que Parque Jurásico no fue una de las experiencias más impactantes de mi educación cinematográfica (aún recuerdo el shock que tuvo en mí la escena de los velocirraptores en la cocina), que películas como Los Goonies (cuya historia original era de Spielberg) no hicieron que mi vídeo se quemara mil y una veces de tanto darle al play, o que aún hoy me sigue dando miedo nadar demasiado lejos de la orilla porque en cuanto dejo de tocar pie mi mente reproduce los compases de John Williams para Tiburón. Y así podría seguir rellenando párrafos y párrafos con millones de recuerdos cinéfilos asociados al cine de Spielberg, más allá de que considere que hoy en día se le sobrevalora alarmantemente. Y de todos esos recuerdos es de lo que se alimenta Súper 8, homenajeando lo que ya no es sólo una forma de hacer cine sino toda una infancia, la nuestra, a la que volvemos en una especie de túnel del tiempo creado por J.J. Abrams mediante la historia de un grupo de niños que ruedan un corto de terror y se enfrentan, sin comerlo y sin beberlo, a su entrada en el mundo de los adultos por culpa de un monstruo con el que aprenderán que no todos los buenos son tan buenos ni los malos tan malos.

Súper 8 es nostalgia y sólo se entiende a través de los sentimientos que despierta en el espectador más allá de sus valores y virtudes como película, que tampoco son tantos. Porque ver la película de Abrams es volver a ser un niño y ilusionarte con la idea de que algún día tu pandilla de amigos se verá envuelta en una aventura con extraterrestres y monstruos, que la rutina se romperá y que algo grande nos espera. Súper 8 es regresar a los sábados por la tarde en que tu madre te alquilaba El secreto de la pirámide en el videoclub y tú la veías una y otra vez mientras merendabas un bocata de nocilla, es volver a registrar el desván de tu casa con tus amigos para encontrar el mapa de un tesoro porque estás convencido de que te puede pasar lo mismo que a Los Goonies. J.J. Abrams, que no tiene un pelo de tonto, sabe que lo que tiene entre manos es una bomba de relojería de emociones y recuerdos y así la lanza al espectador, sin disimulos y sin medias tintas. Lo tomas o lo dejas, no hay más.



Súper 8 acaba siendo una fiesta para los veinteañeros y treinteañeros que aún recuerdan las colas kilométricas que tuvieron que soportar para ver Parque Jurásico. El gran problema de la película es que es una fiesta con derecho de admisión y si no eres un nostálgico es muy probable que J.J Abrams y Spielberg no te dejen entrar. Porque si uno es capaz de desprenderse de la nostalgia se puede encontrar con una película rodada como en los ochenta pero obviando completamente que el cine evoluciona, cambia, se transforma y con él los espectadores. Súper 8 exige a su público que se olvide de los últimos treinta años y piense y se comporte como si todavía fueran los años ochenta. Habrá gente que lo haga, yo entre ellos, pero habrá muchos que se muestren escépticos ante una película que hoy en día resulta demasiado inocente, bienintencionada y previsible (uno puede adelantarse sin problemas a los diálogos de los personajes y recitarlos antes que los protagonistas, aunque sólo sea porque “homenajean” a todas las películas antes citadas y ya los hemos escuchado).

Lo que sí es cierto es que Súper 8 nos regala algunas de las mejores escenas que veremos este año en cines. El descarrilamiento del tren que desencadena la acción está rodado de una manera impecable, demostrando que se puede ser sumamente espectacular sin necesidad de cambiar de plano cada nanosegundo para apabullar al espectador. Pero donde la película brilla es en la escena en que Elle Fanning (una actriz de un talento abrumador a pesar de su corta edad, atentos a su actuación en Súper 8 y en la nueva película de Sofia Coppola, Somewhere) se confiesa a Joel Courtney (actor que consigue lo imposible, interpretar a un niño héroe sin ser repelente y cargando con todo el peso de una superproducción como ésta sobre sus hombros) mientras ven viejas películas en ocho milímetros de la madre de él, un momento de una ternura y de un dramatismo contenido que desbordan la pantalla. Y ojo con el plano inicial, una única imagen sin diálogo que expresa un torrente de emociones y aporta más información que diez mil palabras escritas. El resto de Súper 8 queda a merced de la subjetividad de si uno quiere regresar a su infancia o no. Yo me dejé llevar y la experiencia de volver a tener doce años fue inolvidable, sólo digo eso.

  • Súper 8

  • Título original:
    Super 8

  • Dirección:
    Super 8

  • Año de producción:
    2011

  • Nacionalidad:
    EE. UU.

  • Duración:
    112

  • Género:
    Ciencia ficción

  • Fecha de estreno en España:
    2011-08-19

Jota Linares

Jota Linares nace en Cádiz en 1982 y se traslada a Málaga en 2000 para estudiar Periodismo y Comunicación Audiovisual. Muy pronto empieza a interesarse por el mundo de la ficción, tanto a través de la escritura de diversos guiones como observando el mundo desde detrás de una cámara. Ha escrito y dirigido los cortometrajes '¿A quién te llevarías a una isla desierta?', 'Vivir rodando', 'Un cuento de hadas', 'Varices', 'Placer' y '3,2 (lo que hacen las novias)'. Ha ganado, entre otros, el premio andalesgai 2006 al mejor cortometraje andaluz, el premio del público en el 11 Festival de Cine español de Málaga, el premio RTVA al mejor director joven andaluz, el premio del público en el Fancine (cine de terror y fantástico) 2008, o el premio al mejor proyecto en el Certamen Andaluz de Cortometrajes 2009.
Con '3,2 (lo que hacen las novias)' lleva cosechadas 22 secciones oficiales y 4 premios.

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