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X-Men: Días del futuro pasado (lo bueno por conocer y lo malo conocido)
por José Manuel Albelda
a. El caballero oscuro de Nolan es la mejor película de superhéroes jamás filmada.
b. La ucronía fantástica Watchmen de Snyder es la mejor adaptación que se ha rodado hasta la fecha sobre una novela gráfica.
Dos tópicos que por el hecho de serlo no dejan de ser verdades como templos.
Digo todo esto porque es imposible ver X-Men: días del futuro pasado sin tener en la cabeza las respectivas películas de Nolan y Snyder. Puertas que comunican con otras puertas que conducen al punto de partida: el asombro por lo magnífico. Este efecto, aquí y ahora, es buen síntoma desde mi punto de vista.
X-Men: Días del futuro pasado nos devuelve definitivamente la fe en aquel Brian Singer que a principios del siglo XXI iniciara con tanto éxito como brío la saga mutante más siniestra y fascinante de toda la galería Marvel. Un Brian Singer que, sin embargo, poco después de haber reinventado el género de encapuchados con superdotación, había dado la estampida en la tercera entrega del serial y había dejado su propia reputación por los suelos al firmar la vergonzante Superman Returns.
Durante todo este tiempo, y hasta que Singer ha retomado felizmente a sus mutantes, ha llovido mucho cine distópico y ha llovido mucha Marvel, bien y mal adaptada; pero, sobre todo, tal y como mencionaba, han granizado algunos Nolan y algunos Snyder. También algunos Raimi.
Como para no tener en cuenta toda esta meteorología...
Si las entregas del cómic X-Men: Días del futuro pasado inyectaron savia nueva en 1981 a una familia mutante que no vivía precisamente sus horas más felices en el papel, la reciente adaptación de Singer consigue elevar la respectiva saga cinematográfica a su cénit. Había ya un buen precedente: la precuela de Matthew Vaughn X-Men: primera generación había supuesto un gratificante corte de mangas a la degeneración de la saga mutante con su sobredosis de spin-off, su propensión al más difícil todavía y sus salidas de pata de banco. En X-Men: primera generación, pero sobre todo en X-Men: días del futuro pasado, todo se vuelve más sombrío, más sobrio, más verosímil. También más filosófico; incluso más político. Lo que no está mal si tenemos en cuenta que hablamos de simple una patrulla mutante creada por Stan Lee y Jack Kirby a principios de los sesenta para entretener a críos y adolescentes.
En los setenta yo fui uno de aquellos críos.
X-Men: días del futuro pasado contiene una secuencia que, por sí sola, justifica todo el film: me refiero al memorable rescate-fuga de Magneto (Michael Fassbender) que protagoniza Quicksilver (Evan Peters), nuestro querido Mercurio. Un verdadero prodigio: el humor, la inteligencia, el suspense y la capacidad de sorpresa se combinan con precisión de relojero suizo en una escena que, después de transcurrir como un relámpago delante de nuestros ojos, uno tendría deseos de rebobinar, para admirarse otra vez de ella, y para poder aplaudir con ganas. Aquí, por ejemplo, es donde encontramos a un Brian Singer que realiza indisimulados guiños al Watchmen de Snyder. Nada que objetar.
X-Men: Días del futuro pasado es visualmente espectacular, sí, pero no es ésta la mejor de sus virtudes. A estas alturas, de los X-Men de Marvel se espera otra cosa que el consiguiente pim, pam, pum de montaje digital.
Al final, resulta que Singer reencuentra su verdadera esencia como creador no tanto en lo exterior, en la cáscara, sino en las tripas de la historia que narra: el guión, sólido y autosuficiente, mantiene en vilo al público a lo largo de la película mediante varias líneas narrativas espacio temporales en la mejor tradición Lost (J.J.Abrams) e Inception (Nolan); pero, más aún, son los diálogos, la profundidad de los personajes, sus subtextos, aquello que se dice o que no se dice pero que se sugiere, las miradas, los encuadres contrapicados, lo que constituye el verdadero hallazgo de X-Men: Días del futuro pasado. Al margen de los personajes ya clásicos de la saga, más recientes o más veteranos, merecen especial mención las incorporaciones del vertiginoso Mercurio (Evan Peters), ya aludido antes, y del personaje de Bolivar Trask interpretado por Peter Dinklage (Juego de Tronos). Cada gesto de ambos es una broca de diamante que taladra el objetivo de la cámara.
¿Alguna objeción? Por poner algún “pero”, el soundtrack firmado por el siempre eficaz John Ottman contiene demasiados pasajes que se dirían arreglados con el mismísimo pro tools del Rey Midas de las bandas sonoras, ya ustedes saben, míster Hans Zimmer, el más imitado de los actuales diseñadores musicales de Hollywood, a pesar de sí mismo (admiro el innegable talento de Zimmer, pero “diseñador” musical me parece un término más adecuado que “compositor” para definir su arte). Espero no ofender a nadie con esta precisión.
Es larga de metraje X-Men: Días del futuro pasado y sin embargo no se hace larga. Viéndola, disfrutándola, uno se pregunta qué pensaría de ella - es una hipótesis - si un espectador despistado, un espectador adulto, mainstream, alguien que no gustara del género de superhéroes, se hubiera confundido de sala de proyección y hubiera entrado por error a verla: ¿percibiría, como en el caso de El caballero oscuro, como en Watchmen, que se trata de cine a secas, cine y solo cine, buen cine, sin etiquetas subsidiarias? ¿Entendería los matices del guión original del cómic, matices evidentes y no tan evidentes, y esquivaría el prejuicio que supone clasificar las películas en anaqueles estancos? Confieso que tengo esta fantasía cada vez que me topo con una maravilla como ésta, precedida, claro, por un inevitable halo de predeterminación marveliana.
Por cierto: Days of the future past, título de la película y del cómic, deudores tangenciales del nombre con que fue bautizado el más delicioso álbum de los Moody Blues, Days of future passed, me parece una etiqueta tan legendaria como evocadora. Desde el título de aquella obra magna de Heinlein, Historia del Futuro, no me había sentido tan transportado, tan elevado un par de palmos sobre el suelo. Si por mí fuera, crearía desde ya mismo una nueva categoría de premio - Oscar, Goya, César, me da igual -, al mejor título de película.
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X-Men: Días del futuro pasado
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Título original:X-Men: Days of Future Past
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Dirección:X-Men: Days of Future Past
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Año de producción:2014
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Nacionalidad:USA
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Duración:132
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Fecha de estreno en España:2014-06-06
José Manuel Albelda
José Manuel Albelda nació en Madrid en el año del estreno de THX1138, "Muerte en Venecia y La naranja mecánica. Es periodista y está especializado en la dirección de documentales y reportajes de largo formato. Ha presentado y dirigido programas radiofónicos de crítica de cine y disecciona la Historia del Séptimo Arte en decenas de rebanadas dentro del blog La vuelta al cine en diez películas.
Ha impartido cursos y masters en varias universidades de Madrid y actualmente es miembro de la Academia de Televisión. Ha escrito, dirigido y estrenado un par de obras de teatro, El casting y La película de tu vida, y desde 2001 (es casualidad la fecha, coincidente con el nombre de su película favorita) compone bandas sonoras para cortos y cabeceras de televisión. Actualmente está escribiendo una novela titulada El paciente cinéfilo.
Kubrick, Wenders, Tarkovski, Ozu, Kurosawa, Dreyer, Truffaut, Hitchcock, Ford y Lang, le han enseñado a desconfiar de la impostura en el Séptimo Arte y a discriminar la paja del grano.
Ama el sonido de su Fender Stratocaster casi con la misma intensidad que La palabra, Los siete samuráis y La delgada línea roja.
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