1933. San Francisco. Will, un niño que es fan incondicional del legendario Llanero Solitario, al que idolatra, descubre que un maniquí de una exposición sobre el Salvaje Oeste es: un indio de verdad. Este viejo piel roja va a contarle a Will una historia... La verdadera y heroica historia del Llanero Solitario y de su amigo Tonto.



Confieso que tenía prejuicios a la hora de enfrentarme al visionado de El llanero solitario. Sinceramente, me imaginaba una especie de Piratas del salvaje Oeste, para entendernos. Y sí, en parte es un Piratas del Salvaje Oeste, pero desde el "lado bueno": recupera al mejor Gore Verbinski, al de la sanísima y divertidísima "aventura por la aventura" del primer Piratas del Caribe y de Rango.

Basada en la mítica serie homónima de los primeros tiempos de la radio, El llanero solitario narra las aventuras de dicho personaje y de su amigo indio Tonto. Hay que decir que Armie Hammer y Johnny Depp hacen dos papeles muy pero que muy graciosos y verdaderamente compenetrados (y Depp, aunque vuelve a hacer una vez más de freakie, aquí sabe otorgarle otro punto de vista a su nuevo y extravagante personaje, resultando más comedido y no una copia vulgar de su Jack Sparrow, que era lo que esperábamos muchos -yo lo admito-). El resto del reparto está también muy bien, tanto los secundarios como los villanos de turno. Y Verbinski dirige con pulso, ritmo y consecuencia una historia sin pretensiones pero muy efectiva.


El llanero solitario, aunque habría estado mejor con un corte de unos quince minutos, equilibra a la perfección la acción, el romance, el humor (con gags que no resultan cargantes ni ridículos) e incluso el drama de los dos protagonistas (con alguna que otra escena más violenta de lo esperado). Los diálogos no son una maravilla, pero tienen chispa; la mencionada química entre El llanero solitario y Tonto funciona; hay muchos homenajes tanto al programa radiofónico en el que el filme se basa, como a otros westerns; hay un toque nostálgico que funciona sin caer en la ñoñería; y las mencionadas escenas de acción están correctamente ajustadas y alguna que otra está más que bien (la persecución final en los trenes es genial, me lo pasé "teta" con ella). Desprejuiciada y entregada a su papel de entretenimiento puro y duro, El llanero solitario de 2013 recupera el aura del mejor cine de aventuras clásico. Eso sí. Me temo que, como pasó con Piratas del Caribe, Verbinski u otros se líen a hacerle secuelas malas y a cargarse la saga en los próximos años. Esperemos que no.