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Big Bad Wolves
por Sigfrido Gross
La cinta, dirigida por Aharon Keshales y Navot Papushado, es el segundo trabajo de sus realizadores, conocidos en su país por ser los primeros en hacer verdadero cine de género. En 2010 estrenaron el primer slasher de su historia, un film titulado Rabies que, a pesar de no recomendar a nadie, se atrevió a jugar en una liga a la que sus espectadores no estaban acostumbrados y consiguió - además de mucho éxito dentro de sus fronteras- cierta repercusión internacional en el circuito festivalero de terror, que sigue siendo el más abundante actualmente.
Respaldados por este éxito, los directores cuentan que su siguiente trabajo también deseaban hacerlo dentro de los géneros; apartándose de un tipo de cine de autor más propio de su país. Tenían tres películas en mente: una sobre el falso culpable de un crimen, otra sobre un poli corrupto de métodos violentos y una tercera sobre un padre que venga la muerte de su hija (esta última muy en la línea de cine de terror coreano). Al no saber si, tras esta segunda oportunidad tendrían una tercera, decidieron hacer las tres a la vez. Y ese fue el germen de Big Bad Wolves.
La Duda
El buen cine de género se asienta siempre sobre bases y temas muy básicos y físicos. Mientras más básicos y físicos mejor, porque serán más inmediatos. En el caso de Big Bad Wolves, toda la trama se justifica y se asienta sobre la duda y la venganza, ambos conceptos que funcionan como conflicto y movimiento respectivamente.
La historia cuenta cómo un profesor de religión es el principal sospechoso de una serie de brutales asesinatos y violaciones de niñas; cómo un policía de métodos poco convencionales lo investiga a espaldas de sus superiores, convencido de su culpabilidad; y de qué manera el padre de la última víctima secuestra a dicho profesor para, igualmente convencido de su responsabilidad sobre los crímenes, torturarlo como castigo.
Así, la cinta, nunca nos revelará - hasta el final - si este personaje es realmente el cruel asesino y violador de niñas que puede ser. Y sobre eso es sobre lo que pivotará la trama durante todo el metraje, sobre la duda de si este hombre merece todo lo que le están haciendo pasar.
Impregnada de humor negro, situaciones absurdas a la par que típicas en el género, lugares comunes hábilmente pervertidos y, también, cierto aprovechamiento sobre la situación política israelí; Big Bad Wolves es una película realmente curiosa y muy bien resuelta.
Sus intérpretes, absolutamente desconocidos aquí pero estrellas en su país - un poco como si hablamos de Mario Casas- están perfectos en sus papeles. El policía violento, una especie de Steve Carrell hasta el culo de esteroides, consigue convertir en personaje interesante, realmente cínico, algo que visto sobre el papel podía resultar demasiado típico.
El ritmo es bastante correcto, pero queda entorpecido en determinadas situaciones con la incursión algo forzada de secuencias cómicas que, aunque funcionan, dan un frenazo a la trama; y a veces se nota demasiado que la razón es que, si no las introducen, la película se resolvería y terminaría demasiado rápido.
Se nota que sus directores tienen como referencia absoluta el thriller más típicamente americano. Desde Fargo a, evidentemente, las películas de Quentin Tarantino. Así, a pesar de ser una película de trama tremendamente típica, nunca nos lo resultará por el simple hecho de ocurrir donde ocurre y de la manera en que ocurre; por ser una cinta puramente de género en la que, en ningún momento, trata la situación social israelí como panfleto o para denunciar la situación de ningún colectivo. Va al grano y punto. Y esa es su gran virtud.
El problema es que cuando un admirador de Tarantino, como soy yo, lee que él ha dicho que es la mejor película del año, espera algo realmente impresionante. Y no es así. De todos modos, y aun sin ser así, Big Bad Wolves no te decepciona en ningún momento, hace que te lo pases bien y se te pasa en un soplo.
Encima hablada en uno de esos idiomas raros que le gustan tanto a Mel Gibson. Se parece un poco a la peli de acción que dirigiría Mel Gibson.
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Big Bad Wolves
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Título original:Big Bad Wolves
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Dirección:Big Bad Wolves
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Año de producción:2013
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Nacionalidad:Israel
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Duración:110
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Género:Thriller, comedia negra
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Fecha de estreno en España:2014-05-23
Sigfrido Gross
Sigfrido Gross nace en Málaga el 25 de junio de 1984. Su padre lo lleva, desde muy pequeño, a ver todo tipo de películas: desde cine de animación, a Las Tortugas Ninja o desde Batman a reposiciones del cine de Sam Peckimpah.
A parte del consabido trauma perpetuo e irreversible debido a ver cintas como Conocimiento carnal, Akira o Grupo salvaje, Sigfrido también adquiere una profunda e incontrolable pasión por el cine. De todas las épocas y géneros.
Tras estudiar el Bachillerato artístico y algo de fotografía, comienza estudios de Realización de Audiovisuales. Igualmente recibe un curso de guión en la ECAM, el cual le impulsa a profundizar un poco más en la escritura y estudia 3 años de narrativa cinematográfica en la Escuela Audiovisual del Mediterráneo.
Realiza su primer cortometraje, Residuos, que gana un premio a dirección novel en NexoSur y es rechazado en varios festivales por ser considerado 'muy violento'.
Escribe para varios medios de la web artículos sobre cine en todas sus facetas, cosa que alterna con la escritura y corrección de guiones. Para terminar la minibio, digamos lo que siempre se dice: "está trabajando en el que será su próximo cortometraje".
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