treintaycincomilimetros
28 de marzo de 2013
El chico
por José Manuel Gómez
Una joven sumamente pobre, hundida en la miseria, abandona a su bebé en la limusina de una familia rica. El niño acaba, por casualidades del destino, en manos de otro hombre sumamente pobre, Charlot, que lo adopta y que se convierte en su padre. Aunque pasan muchas necesidades, Charlot y su hijo llevan una vida feliz trabajando como cristaleros ambulantes. Sin embargo, esta vida puede estar a punto de cambiar para siempre: la madre del chico, con el paso de los años, se ha convertido en una famosa y rica cantante. Y quiere encontrar al hijo que un día abandonó para darle la vida que entonces no le pudo dar.
Actor, director, guionista, músico y productor de sus propias películas, Charles Chaplin fue un cómico inigualable de la gran pantalla que marcó y que seguirá marcando a generaciones enteras en la piel de su inolvidable Charlot que, siempre con su bombín y su bastón, con sus ropas grandes y rotas antes esplendorosas y con su ridículo bigotillo, fue un trasunto de su propia forma de ser y de sus ideas políticas y vitales. Quijotesco Don Juan enamoradizo e ingenuo, eterno vagabundo de gran calidad humana siempre utilizado por una sociedad egoísta, Charlot fue una sarcástica y a la vez tierna parodia del burgués caído en desgracia, del judío errante, del mendigo buscavidas, del trabajador mediocre alienado por la sociedad moderna o del hombre pobre, pero soñador y emprendedor.
Charles Chaplin pasó su infancia en un orfanato en Londres y emigró a los Estados Unidos para trabajar como cómico. Allí fue descubierto en 1913 en Hollywood por la Keystone, tras lo que empezó a rodar sus propias cintas cinematográficas, que le lanzaron al estrellato como uno de los definitivos creadores del género burlesco, junto a otros grandes colegas suyos como Buster Keaton o Harold Lloyd. En sus obras, historias sencillas llenas de humanidad, se fundían la comicidad con la ternura, el lirismo con el realismo más crudo y patético y la fantasía con la crítica social y política más ácida, irónica e inmisericorde. La mayor parte de la filmografía de Chaplin es de corte humanista, reivindicativo y comprometido con la turbulenta realidad del momento en el que vivió.
En un principio opuesto de forma radical al cine sonoro, se acabó abriendo a él y no perdió en esta nueva época su personalidad ni su buen hacer. Tras sus desternillantes y exitosos cortometrajes cómicos, comenzó a dirigir excelentes largometrajes, casi todos grandes obras maestras. Destacan en su filmografía El chico, film en el que denunciaba la pobreza de las clases bajas y la situación de muchos niños abandonados; La quimera del oro, comedia sobre el hambre y el ansia de riqueza y de mejorar una vida de miseria; El circo, comedia más abiertamente cómica sobre la soledad; Luces de la ciudad, historia de amor sobre los buenos sentimientos y la entrega total traicionados; Tiempos modernos, su crítica más brutal y cáustica a la Revolución Industrial y a las nuevas sociedades capitalistas agresivas de producción y de consumo; El gran dictador, sorprendente sátira hablada contra los fascismos que surgieron en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial; Monsieur Verdoux, desesperanzado y nihilista thriller de atroz y escandalosa crítica social, una de sus películas más sorprendentes y extrañas; Candilejas, desgarrador drama nostálgico sobre el triste fin de un arte y un comediante perdedor; y Un rey en Nueva York, su último gran golpe al sistema capitalista antes de prácticamente retirarse como autor, algo que le costó la enemistad absoluta del gobierno de los Estados Unidos.
El chico es una de las obras más famosas de Charles Chaplin, uno de sus primeros largometrajes y una de las películas que mejor sintetiza su estilo creador, sobre todo el de su primera etapa. Chaplin interpreta como Charlot a un "pobre hombre pobre" que cría a un niño que encuentra abandonado. Con él trabaja mano a mano: él es vidriero ambulante y su hijo adoptivo, rompecristales profesional en los barrios bajos de la gran ciudad capitalista presa de la actividad febril de la Revolución Industrial. Una revolución a la que Chaplin criticarará sin piedad en obras posteriores como Tiempos Modernos y cuyos efectos ya aparecen aquí retratados: pobreza, miseria y hacinamiento de la clase trabajadora, pisoteada o marginada por la burguesía dueña de los medios de producción. Charlot y su hijo, el excelente actor niño Jackie Coogan, viven en la calle como buenamente pueden y, a pesar de las muchísimas necesidades que pasan, la felicidad no se marcha nunca de sus vidas simples y humildes.
Sus existencias solo se sumergen en lo trágico cuando la madre, que abandonó al niño, vuelve para buscarlo convertida en una rica y famosa cantante. Charlot, una vez más y por vez primera en todas sus consecuencias (hasta entonces el personaje se había librado de la tragedia más dura, que era sustituída por la comedia desenfrenada de sus cortometrajes) se encuentra perdido en el clásico mundo egoísta y capitalista que nunca le da nada, mientras él siempre lo entrega todo a los que le rodean aún a riesgo de sacrificarse por completo. Corta y concisa, cargada de ritmo y de gags memorables (y hasta peligrosos), El chico es una de las películas más emotivas de Charles Chaplin, su primer y definitivo gran largometraje.
Actor, director, guionista, músico y productor de sus propias películas, Charles Chaplin fue un cómico inigualable de la gran pantalla que marcó y que seguirá marcando a generaciones enteras en la piel de su inolvidable Charlot que, siempre con su bombín y su bastón, con sus ropas grandes y rotas antes esplendorosas y con su ridículo bigotillo, fue un trasunto de su propia forma de ser y de sus ideas políticas y vitales. Quijotesco Don Juan enamoradizo e ingenuo, eterno vagabundo de gran calidad humana siempre utilizado por una sociedad egoísta, Charlot fue una sarcástica y a la vez tierna parodia del burgués caído en desgracia, del judío errante, del mendigo buscavidas, del trabajador mediocre alienado por la sociedad moderna o del hombre pobre, pero soñador y emprendedor.
Charles Chaplin pasó su infancia en un orfanato en Londres y emigró a los Estados Unidos para trabajar como cómico. Allí fue descubierto en 1913 en Hollywood por la Keystone, tras lo que empezó a rodar sus propias cintas cinematográficas, que le lanzaron al estrellato como uno de los definitivos creadores del género burlesco, junto a otros grandes colegas suyos como Buster Keaton o Harold Lloyd. En sus obras, historias sencillas llenas de humanidad, se fundían la comicidad con la ternura, el lirismo con el realismo más crudo y patético y la fantasía con la crítica social y política más ácida, irónica e inmisericorde. La mayor parte de la filmografía de Chaplin es de corte humanista, reivindicativo y comprometido con la turbulenta realidad del momento en el que vivió.
En un principio opuesto de forma radical al cine sonoro, se acabó abriendo a él y no perdió en esta nueva época su personalidad ni su buen hacer. Tras sus desternillantes y exitosos cortometrajes cómicos, comenzó a dirigir excelentes largometrajes, casi todos grandes obras maestras. Destacan en su filmografía El chico, film en el que denunciaba la pobreza de las clases bajas y la situación de muchos niños abandonados; La quimera del oro, comedia sobre el hambre y el ansia de riqueza y de mejorar una vida de miseria; El circo, comedia más abiertamente cómica sobre la soledad; Luces de la ciudad, historia de amor sobre los buenos sentimientos y la entrega total traicionados; Tiempos modernos, su crítica más brutal y cáustica a la Revolución Industrial y a las nuevas sociedades capitalistas agresivas de producción y de consumo; El gran dictador, sorprendente sátira hablada contra los fascismos que surgieron en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial; Monsieur Verdoux, desesperanzado y nihilista thriller de atroz y escandalosa crítica social, una de sus películas más sorprendentes y extrañas; Candilejas, desgarrador drama nostálgico sobre el triste fin de un arte y un comediante perdedor; y Un rey en Nueva York, su último gran golpe al sistema capitalista antes de prácticamente retirarse como autor, algo que le costó la enemistad absoluta del gobierno de los Estados Unidos.
El chico es una de las obras más famosas de Charles Chaplin, uno de sus primeros largometrajes y una de las películas que mejor sintetiza su estilo creador, sobre todo el de su primera etapa. Chaplin interpreta como Charlot a un "pobre hombre pobre" que cría a un niño que encuentra abandonado. Con él trabaja mano a mano: él es vidriero ambulante y su hijo adoptivo, rompecristales profesional en los barrios bajos de la gran ciudad capitalista presa de la actividad febril de la Revolución Industrial. Una revolución a la que Chaplin criticarará sin piedad en obras posteriores como Tiempos Modernos y cuyos efectos ya aparecen aquí retratados: pobreza, miseria y hacinamiento de la clase trabajadora, pisoteada o marginada por la burguesía dueña de los medios de producción. Charlot y su hijo, el excelente actor niño Jackie Coogan, viven en la calle como buenamente pueden y, a pesar de las muchísimas necesidades que pasan, la felicidad no se marcha nunca de sus vidas simples y humildes.
Sus existencias solo se sumergen en lo trágico cuando la madre, que abandonó al niño, vuelve para buscarlo convertida en una rica y famosa cantante. Charlot, una vez más y por vez primera en todas sus consecuencias (hasta entonces el personaje se había librado de la tragedia más dura, que era sustituída por la comedia desenfrenada de sus cortometrajes) se encuentra perdido en el clásico mundo egoísta y capitalista que nunca le da nada, mientras él siempre lo entrega todo a los que le rodean aún a riesgo de sacrificarse por completo. Corta y concisa, cargada de ritmo y de gags memorables (y hasta peligrosos), El chico es una de las películas más emotivas de Charles Chaplin, su primer y definitivo gran largometraje.
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El chico
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Título original:the-kid
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Dirección:the-kid
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Año de producción:1921
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Nacionalidad:USA
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Duración:51
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Género:Comedia, drama
José Manuel Gómez
Málaga. 1983. Ha trabajado como periodista en Canal Sur y La Opinión de Málaga y como cooperante en la República Dominicana en el verano de 2007. Ha estudiado inglés en Irlanda y Sudáfrica y francés en Canadá. Ama el cine, la literatura y el cómic y vive para vivir.
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