En un restaurante de Broadway se reúne un grupo de artistas, actores y cómicos. Hablan sobre sus vidas, cuentan anécdotas y recuerdan a las personas que les marcaron de una forma u otra. De repente, en la conversación aparece la figura de Danny Rose, un representante de artistas fracasados famoso en Nueva York como un personaje casi payasesco al que, sin embargo, todos recuerdan con cariño... Poco a poco, van dibujando su delirante historia...


Después de la que posiblemente haya sido la película más experimental de toda su carrera, la inolvidable e inclasificable Zelig, Woody Allen retornaba a la comedia pura en un título que recuerda en parte a los del humor más "visible" de su primera etapa, pero que a su vez tiene un pie en la segunda por su retrato más serio de los personajes y por su visión melancólica de la vida.

Broadway Danny Rose es una pequeña joyita que, para mí por lo menos, también se encuentra entre lo mejor de la filmografía del neoyorkino amante del jazz. Homenaje a los comediantes stand-up (los que actúan en vivo frente a un público) de toda clase, el filme narra una loca historia de lucha por un sueño, de decepción, de amistad y de amor. Absolutamente desternillante y tremendamente inteligente en sus gags, pone los pelos de punta con su mensaje optimista.


Danny Rose, de nuevo Woody Allen (en uno de sus mejores papeles), es el mejor amigo que todos querríamos tener: es bondadoso hasta las últimas consecuencias. Tan bondadoso que se mete en problemas por gente que no lo merece. Este personaje es un representante de artistas fracasados y mediocres, uno de esos "locos del barrio" que no paran de recorrer Nueva York para conseguir a sus "protegidos" actuaciones infames en antros cutres o ante un público horrible. Tremendamente desvalido, payaso de los demás, plasta y optimista hasta el suicidio, Danny Rose se meterá en líos con la mafia por asuntos que ni le incumben. Lleva al público por una excelente secuencia de gags visuales y verbales absolutamente delirantes, acompañado además de una esplendorosa Mia Farrow y de un absolutamente genial Nick Apollo Forte.

Su aventura se tornará, por supuesto, en un cuento humanista (rodado en un excelente blanco y negro). Si a alguien no se le saltan las lágrimas en el final de Broadway Danny Rose, es que no tiene alma. Es uno de los mejores desenlaces de la historia del cine, de una sencillez pasmosa cargada de profundidad humana y capaz de alegrar el día más oscuro.